Dentro de "Azul miranda" (2018) de Roxana Sánchez Seijas

Partimos de un color, de un tono de azul que destaca el detalle de una puerta antigua que nos abre al espacio de una casa que la poesía ha llenado con su fulgor: "Me asomo a este recodo / azul de paraíso, / con puertas y ventanas / abiertas al poniente" (27)

Azul miranda de Roxana Sánchez Seijas (2018) es, como su autora, un libro lleno de matices, tesituras, honduras, luz. ¿Cómo más podría ser el libro de una mujer a la que el corazón y la sensibilidad se le desbordan en abundancia por la mirada, por las palabras, por los gestos? Un sólo río de palabras que se derraman por las páginas, levantando el rostro de un lugar, su pueblo de origen, habitado por seres de costumbres rurales, pero sobre todo de un espacio todo resonancias que es la casa familiar.

Y este hogar, nido, nudo de recuerdos y vivencias se va a ir desenlazando en el libro, como un ovillo que era necesario deshilvanar para encontrar un centro, una suerte de núcleo vital o tuétano de la existencia:

"Todo transcurre aquí,

bajo este atrio,

vas hilando las horas

conmigo en tu regazo. " (35)

Haciendo ese viaje hacia atrás, la voz poética explora su ser en las claves de la infancia, y trae del viaje poemas que son también vestigios, hallazgos, amuletos, con los que habitar el presente con una llave que abre todas las puertas del espíritu.

Demasiados silencios y pesadumbres encuentran su voz en estas páginas, con las que se exorciza el fantasma de la nostalgia, por medio de latidos han debido emerger como poemas para alcanzar la paz, el sosiego.

Al intrincado paisaje humano que es Roxana, este libro agrega nuevas dimensiones, profundidades, escalas. Azul miranda es una ventana que abre al campo, a la par que al ser espiritual y amplio de una mujer, que se va liberando a través de las palabras, que se va encontrando en esos rastros que le ofrece su pasado, y que nos deja en las manos lo alcanzado, como un tesoro que resuena misterioso en nuestras almas.