Esta es una de esas películas que destacan con luz propia entre el mar de films que llenan nuestro vasto mundo. Una joya de principio a fin, dirigida por John Michael MacDonagh, que deslumbra, encanta y divierte absoluta y totalmente.

Los protagonistas convencen desde el minuto cero y te sumerges como espectador de lujo en esta trama rural, en la que un asunto de drogas y corrupción te va llevando hasta un desenlace soberbio, brutal, desde todo punto de vista, genial.
En suma, una película de esas que te reconcilian con el cine, con el arte, con la vida y con el resto del mundo.
Sobre todo me sedujo el contraste entre mi mundo real y ese mundo que se refleja en la película, donde lo rural y lo urbano se complementan, se iluminan y contrastan el uno al otro, pero que a la vez da cuenta de un planeta cada vez más global donde todos estamos relacionados y en el que el mal sigue intentando captar almas, poder, dinero, sin importar el coste en vidas.
Los personajes encarnados por Gleeson y Cheadle establecen un contrapunteo en el que los vamos conociendo y apreciando, y entre ellos se va desarrollando un vínculo de admiración y entendimiento que desemboca en un desenlace espectacular e hilarante, a la vez que estimulante.
En definitiva una película de las que se te quedan dentro, palpitando, por la vida que aglutinan, por la potencia que despliegan.
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