Esta película de la directora inglesa Coralie Fargeat tiene 5 bien merecidas nominaciones al Óscar: dirección, guión original, película, actriz, maquillaje y peluquería.

Lo primero que atrapó mi atención de la película fue la extraordinaria belleza visual de los planos, así como la originalidad en la perspectiva de los encuadres. Desde un primer momento se obliga a la mirada hacia unos ángulos que desafían cualquier idea de "normalidad" o "convención". El colorido a su vez es de una gran riqueza y fuerza, todos intensos, poderosos pero también hermosamente combinados.
Este colorido así como los ángulos extraños y poco comunes proporcionan un magnetismo fílmico notorio desde el minuto cero. El punto caricaturesco en el personaje de Dennis Quaid también aporta su pincelada de exceso, de exageración, que es otro elemento consustancial de la película.
Una inmensa Demi Moore en su papel más complejo, se entrega a la construcción de un personaje que cuestiona brutal y violentamente nuestro culto a la juventud y a la belleza, un culto que se ve en la vida cotidiana pero que en el mundo del espectáculo es todavía más notorio y evidente.
La trama de ciencia ficción avanza hacia una oscuridad y retorcimiento que en determinado momento domina completamente la película, desatando una locura freak, visceral y gore que pareciera no tener fin, hiperbólica y de una festividad sombría, escatológica y sangrienta.
Esa segunda mitad de la película polariza, extrema nuestras contradicciones como seres humanos finitos obsesionados con la vida eterna, con la inmortalidad, con la eterna juventud y tantos otros cultos enfermizos y absurdos de nuestro tiempo.
¿Qué podemos leer en el reverso de esta historia? Que cada uno saque sus propias conclusiones.
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