Estuve recientemente en una exposición de ilustradores de Valladolid, y me impresionó mucho la belleza, la fuerza y la creatividad de las obras que ahí estaban expuestas.
El cartel de la exposición me pareció limpio y sencillo, y resume bastante bien lo que significa ser ilustrador, sin embargo, pienso que el lado de la afición define plenamente un oficio en la que la imaginación y la libertad creativas son claves y dicen mucho de la persona que se divierte eligiendo formas, colores, asuntos, etc.
Tomé algunas fotos de las obras que más me impresionaron, como esta de Adolfo Arránz en la que juega con la Catedral de San Esteban y la traslada a otro lugar y a otra época. Me encantan esos juegos en los que el artista se permite modificar la realidad dentro de su obra, que funciona según reglas determinadas por él mismo. Hermoso ese cielo verdoso y todas esas aves que llenan el espacio visual con su vuelo detenido.
De esta obra de Ana Manteca me gustaron los colores, la línea precisa del trazo, la belleza de la figura femenina, la sensualidad de la desnudez, y que haya utilizado una paleta de colores limitada, pero perfecta para lo que expresa, en suma, una pieza muy bella e intensa.
Esta imagen de Laura Montes es un claro homenaje al cuento de Cortázar, "Carta a una señorita en París," en el que aparece esa imagen tan potente de vomitar conejitos, aquí la idea se resignifica visualmente y vemos a ese hombre que bien podría estar vomitando o devorando conejitos, y es una obra sumamente divertida, por la figura y lo que hace, por los colores y por ese gesto tan enfático (cerrar los ojos, abrir la boca) que sorprende y fascina.
Por otra parte, me ha resultado de una belleza impresionante esta ilustración de Enrique Corominas inspirada en la película El Gabinete del Doctor Caligari, donde vemos esa ciudad de comienzos del siglo XX, con ese carruaje tirado por un caballo, una pareja fantásticamente ataviada que conversa animadamente, y a su alrededor los edificios, el humo de las chimeneas, todo sugiriendo la animación urbana, con todo su encanto, su colorido, su gracia.
Genial también esta obra de Fernando Pérez Hernando, sobre Caperucita, y en la que se fusiona el rostro del lobo con el de caperucita, una idea sorprendente, sencilla, pero potente y visualmente muy bella, los colores, las figuras, simplemente espectaculares.
Hermosa también esta obra de Laura López Balza que asemeja el trazo naif, y que es de un colorido de gran alegría, y en la que consigue versionar de un modo personal la imagen de Frida Khalo, tan de moda en los últimos años.
Preciosa esta ilustración de Óscar Pérez, delicada, de una belleza sombría a la par que tormentosa, muy acorde a esa joven bruja que lee en un libro mágico.
En suma, me ha parecido una exposición muy lograda, con artistas que he disfrutado conocer, con obras en las que adentrarse a los universos imaginarios de sus creadores, que con sus visiones nos hacen sentir y constatar que el arte siempre hace de este mundo un lugar más pleno, más lleno de vida y de encanto. Siempre más.
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